noviembre 24, 2012

Recomendaciones de la OCDE y la profesión docente en México.


 Una nota periodística publicada el pasado 12 de noviembre en el periódico “El Universal”, encendió las voces de alerta entre los educadores usuarios de las redes sociales y otros sectores del ámbito educativo.  La nota, cuyo encabezado destaca que “Plantea la OCDE remover a los malos maestros”, da cuenta de las recomendaciones que este organismo hace para las políticas reguladoras de la profesión docente, en su reciente informe “Evaluación Educativa y Evaluación en México. Fortalezas, Desafíos y Políticas Prioritarias”.

El informe que se dio a conocer el ocho de noviembre es,  sustancialmente, un análisis de las políticas de evaluación educativa que siguió la administración federal que en estos días concluye y de acuerdo con las notas periodísticas, enumera 44 retos y 44 recomendaciones. Las declaraciones que se recogen en esta nota destacan algunas  de las que son orientadas a la profesión docente; entre ellas, considerar la posibilidad de remover  a los maestros que muestren un “bajo desempeño” en las evaluaciones, luego de haber tenido la oportunidad de “mejorar sus prácticas a través de un plan de desarrollo profesional obligatorio.

Esta propuesta no es nueva; en realidad forma parte de  la octava recomendación  del documento con el que se hizo público, en 2010, el Acuerdo de Cooperación de nuestro país con este organismo. En este punto del Acuerdo, se sugiere la urgencia para México de crear un sistema de evaluación docente basado en estándares que, después de haberse  implementado y socializado sus reglas “…puede incluir variables formativas y sumativas; por ejemplo, recompensar a los docentes excelentes o dar apoyo a los docentes de menor desempeño. Los docentes que presenten un bajo desempeño de forma permanente deben ser excluidos del sistema educativo” [1]

Este componente de la recomendación ha sido uno de los más difundidos entre el magisterio y las diversas expresiones sindicales en que se organiza; es necesario sin embargo, analizar el conjunto de indicaciones –que no recomendaciones, si nos atenemos a su estricta traducción a políticas públicas- que la OCDE hizo para la profesión docente en México. Un análisis puntual resulta necesario para los derroteros que la carrera docente tomará en los próximos años, dadas las señales de continuidad que ya se anuncian en las políticas educativas.

Un primer elemento que destaco es el hecho que en el informe “Evaluación educativa y Evaluación en México…” y sus consecuentes recomendaciones,  se recuperan de manera íntegra las ocho primeras del Acuerdo de Cooperación. En su conjunto se refieren a la carrera docente, desde el ingreso a la formación inicial y la posterior incorporación, promoción y desarrollo profesional  de los docentes de educación básica al sistema educativo. 

El segundo punto que subrayo es que en todo el conjunto de recomendaciones, predomina la evaluación como estrategia casi exclusiva para definir quienes son los “mejores” para ingresar a las Normales y al servicio docente y diferenciar los  “buenos” maestros de quienes no lo son. Así, la primera recomendación invita a “definir la enseñanza eficaz” a través de la definición de estándares; la segunda y tercera, aluden al ingreso a las escuelas Normales y al fortalecimiento de la formación inicial en donde “El primer paso debe ser establecer un sistema de estándares rigurosos para acreditar a todas las Normales y demás instituciones de formación inicial”.[2]

Sobre la incorporación a de los noveles maestros al servicio, se propone un periodo de inducción con acompañamiento y una posterior periodo de prueba “… en el que se espera que los docentes principiantes sean capaces de demostrar en la práctica que pueden favorecer realmente el aprendizaje del estudiante y hacerse cargo de otros aspectos de su papel como docentes”.[3]

La cuarta a sexta recomendaciones se refieren al ingreso de los docentes al sistema educativo con propuestas que van desde el examen de ingreso al servicio, hasta el periodo de inducción y prueba por el que tendría que pasar todo docente novel. La séptima recomendación guarda un estrecho vínculo con la última, en que se establece la necesidad de que México cuente con un sistema de evaluación docente “basado en estándares”, en reiteración de la primera.

El último punto que planteo es un conjunto de reflexiones iniciales en torno a estas propuestas que han devenido en recientes políticas públicas, cuya continuidad y profundidad se anuncian inminentes.  Es indudable que el sistema educativo mexicano requiere revisar las políticas orientadas a la profesión docente para mejorar la situación actual de la educación básica de nuestro país, además que las tendencias internacionales muestran la importancia que se confiere al papel de los maestros en la búsqueda de la calidad.

Sin embargo, la propuesta de mejorar cualquier situación educativa considerando como criterio exclusivo la evaluación de los actores, ha mostrado claramente su poca pertinencia. Los actores: alumnos, maestros y directivos, no desarrollan su trabajo ni se apropian de saberes en soledad ni aislamiento; son y comparten estructuras y significados instituidos que hasta ahora son intocados por las políticas recientes.

De esta forma, en las políticas derivas de estas “recomendaciones”,  no hemos visto cambios reales entre la relación y el poder del Sindicato en la vida educativa. Tampoco se aprecian signos de superar  las prácticas de simulación que han derivado del supuesto “concurso de plazas”, por ejemplo; ausente está también la revisión de   las reglas sindicales que tanto pesan en la vida cotidiana de los centros educativos, entre éstas,  destaco los cambios de ubicación continuos de maestros, que en las zonas escolares es práctica común.

La formación inicial y continua de maestros requerirá un análisis posterior, aunque de esta última en años recientes hemos apreciado el desmantelamiento de estructuras institucionales para ofrecer procesos de calidad que transciendan las clásicas prácticas de “cascada” y la centralización de esta tarea en los Asesores Técnico Pedagógicos.
  
Desde otros ángulos, es necesario recuperar en la reflexión sobre la profesión docente su conformación histórica en México y en el nivel local. ¿Quiénes son los maestros? ¿Qué trayectorias educativas y de vida tienen? Pendiente también está la discusión de qué se entiende por un “buen docente”,  en un sistema tan diverso, ante las intenciones de estandarizar un trabajo tan complejo como es la enseñanza.

Estas reflexiones, tan ausentes de las políticas recientes son fundamentales para definir los apoyos necesarios al trabajo docente y en el análisis de las estructuras institucionales, que son muchas y muy costosas para el país, que tienen la tarea de brindar esos apoyos.





[1] OCDE (2010) Acuerdo de cooperación México-OCDE para mejorar la calidad de la educación de las escuelas mexicanas. Resumen ejecutivo. Las cursivas son mías.
[2] Ibid.
[3] Ibid.